martes, 11 de marzo de 2008

Mi primer día en la UNI (I)

Mi primer día en la UNI, como pienso que mi primer día se parece mucho al de todos, prefiero contaros mi primera salida de casa, la recuerdo como si fuera hoy.


Los becarios teníamos que atravesar el Mediterráneo, por la primera vez para la mayoría del grupo, ese mítico barco el “Vicente Puchol”, navegaba toda una noche para llegar a Málaga.

En el puerto sonaba la sirena del barco tres veces antes de salir, dándole la hora a toda la ciudad, recuerdo que un vecino sordo ponía la mano en el cristal de la ventana para sentir la vibración de la sirena y así saber la hora, los viajeros se precipitan al puerto y sus familiares, amigos y novias para decir adiós, después de la tercera pitada, quitan la escala lanzan las amarras, pañuelos, adiós, alguna que otra lagrima y el barco se pierde en la oscuridad de la noche.

Este es el espectáculo diario del barco que se va, pero aquella noche fue algo muy especial para mi, la primera vez que salía solo y para mucho tiempo, vinieron a despedirnos al puerto algunas autoridades, nuestras familias, amigos y novias, para algunos llegaron muchos vecinos de su mismo barrio a decirle adiós a esos niños que quitan la ciudad, sus padres y amigos para estudiar en la península, mucha emoción, las madres llorando, después de subir y dejar la maleta en el camarote subimos todos a cubierta para decir a dios a aquellos seres queridos se escuchan a gritos los últimos consejos “cierran bien la maleta” “pórtate bien” “no olvides los bocadillos que llevas en la bolsa” “se bueno”” escríbeme en cuanto llegues” el barco da la ultima pitada, lentamente comienzan los preparativos , quitar la escala, lanzar amarras y en ese momento se escucha alguien que grita “Manolito canta, canta Manolito” se hace un silencio sepulcral y nuestro compañero Manolito ante la multitud silenciosa y expectante se pone a cantar “adiós mi España querida” de Antonio Molina, hoy día cada vez que recuerdo me da por reír, pero os aseguro que fue un momento de una tonalidad dramática tremenda.


Después de una noche pesadilla-mentosa vemos la costa de la península, siempre decíamos “península” nunca España, por que Melilla es España, desembarco, aduana, café con churros y camino de la estación, la primera vez que veía y me montaba en un tren, pero a esa edad nada parece sorprendernos, recuerdo sobre todo los olores, después de una noche de navegación oliendo a pintura, gasoil y humo, aquel tren a carbón, que se para en todas las estaciones y apeaderos, que tarda mas de medio día de Málaga a Córdoba, al llegar a Córdoba nos estaban esperando y camino para la UNI, Paraninfo, padre Jorge, pelo pincho y la habitación con Losada Nieto, Eulogio, Valcárcel etc. yo andalu hasta er tuétano y ellos todos del norte que hablaban con muchas “s” pa mi gusto.

Ósea que fueron las 24 horas más intensas que viví en mi vida.

(continuará)